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Casi siempre nos estamos fijando en los aspectos más negativos de nuestros hijos, quizá porque son los más difíciles de aceptar o de sobrellevar en el día a día debido a la multitud de cosas que tenemos que hacer.

 

Pero realmente nuestros peques de Alta Demanda tienen unas cualidades increíbles y si somos capaces de verlas seguro que ayudan a contrarrestar esos momentos más difíciles.

Un ejemplo de esto es su extrema sensibilidad, esa que hace que vestirles se convierta en una tortura porque protestan por costuras, etiquetas, tejidos y otras cosas que nosotros no alcanzamos a ver-sentir.

 

Esa que hace que se quiera ir de un sitio específicamente pensado para niños en el que hay demasiado ruido, demasiada luz o demasiada gente (por lo general, las tres a la vez)

 

Esa que hace que rompan a llorar a raíz de un comentario nuestro que sin ser realmente conscientes hemos hecho en un tono de voz más elevado .

 

Esa que hace que no quieran comer su comida preferida solo porque has cambiado la marca de tomate, y eso ha variado ligeramente el sabor que tú no notas y ni siquiera caes en que hay algo diferente.

 

Esa sensibilidad que les hace disfrutar de cada cosa al máximo como cuando comen chocolate y se deleitan de una manera increíble. Disfrutando su sabor como si fueran auténticos expertos en sabores y aromas.

 

Como la ilusión que tienen el día de su cumpleaños que es tan grande que no les deja ni dormir.

 

Como la emoción que sienten cuando ven a sus amigos a los que apenas hace un rato que no ven.
Como el amor que sienten y su capacidad para demostrarlo, cuando te dicen: «Te quiero mamá, eres la mejor».

 

En definitiva, creo que podemos darle la vuelta fácilmente y en lugar de frustrarnos porque su hipersensibilidad puede complicarnos algunos aspectos de la vida, vamos a elegir disfrutar a tope de todos esos momentos que nos regalan gracias a su aguda percepción.

 

Yo elijo disfrutar con mis hijos, ¿y tú?