¿Te has dado cuenta que los Bebés de Alta Demanda están siempre en estado de alerta?

Cuando crecen esto no suele cambiar y todo resulta amenazador y no hablo solo de los niños hablo también de los adultos.

A mi sin ir más lejos me ocurre a menudo. Te cuento un ejemplo: Hace unos días iba caminando por una calle poco iluminada, poco transitada y con el suelo cubierto de hojas secas. En un momento vi algo moverse en el suelo e inmediatamente pensé: es un ratón, me asusté, mi cuerpo se puso en modo lucha/huida, al activarse un reflejo primitivo, y simultánamente mi mente pensó solo es una hoja, y seguí mi camino, un poco más tranquila pero aún con todo el cortisol (hormona del estrés) segregado corriendo por mi cuerpo, y notándo la tensión aún. Todo esto sucedió en décimas de segundo, pero fui consciente de todo: del peligro, de la reacción de mi cuerpo y de la respuesta rápida de mi parte más racional. Y estoy me pasa continuamente igual que les pasa a nuestros niños de Alta Demanda.

La gran sensibilidad característica de los niños de Alta Demanda hace que perciban más información a través de sus sentidos y de una manera más rápida, es decir ven, escuchan y sienten más cosas que los demás. Hay gente que al oir esto piensa que son tonterías y que los niños no tienen superpoderes, pero es que nos se trata de eso, no hay nada paranormal en tener algún sentido más desarrollado (o todos) Por ejemplo yo tengo el olfato muy desarrollado, lo que me ha causado algún que otro problema y sin embargo mi hermana no huele nada de nada. Yo tengo superpoderes? Pues no, solo tengo la suerte (o no) de oler mucho.

Tampoco tenemos que subestimar en nuestros niños la sensibilidad emocional, que les hace percibir con claridad los estados de ánimo de las personas. Algo así como un sexto sentido, pero en estado puro, no adormecido como el de los adultos.

Si a esto le añadimos que su mente suele ser más rápida y procesan la información de otra manera, tenemos un cumulo de circunstancias favorables para que todo lo que les rodea les suponga una amenaza.

Nosotros como padres debemos acompañarles para explicarles las cosas, desde la tranquilidad porque si lo hacemos nerviosos o con gritos, nos percibirán también como una amenaza y se activará en ellos el mismo mecanismo de lucha/huida, de manera que cuando se sienta amenazado, saldrá corriendo, sin escuchar lo que le decimos o se pondrá a la defensiva y nos atacará: verbal o físicamente pero de una manera agresiva (solo se está defendiendo y es su parte más primitiva la que actúa así)

Cuando esto ocurra debemos parar, reflexionar y actuar con calma, para hacerle ver que todo está bien, que no hay peligro, teniendo muy claro que no es un ataque hacia nosotros sino una respuesta primitiva de su cuerpo ante una situación que el niño percibe como peligrosa.

 

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