El otro día sin darme cuenta me encontré diciéndole esta frase a mi hija.
Estaba en el salón y yo estaba preparando la comida, me llamó para decirme que se aburría y yo sin pensar dije lo que tantas veces me han dicho a mí de pequeña: «Cómprate un mono».
Me miró con cara de: mi madre se ha vuelto loca, ¿qué dice de un mono?
Las cosas del destino quisieron que ese mismo día por la tarde su padre le dijese lo mismo. Ahí mi nena no aguantó más y dijo: No me gusta esa tontería del mono.
Y entonces me dí cuenta, ¿qué quiere realmente decir? ¿por qué lo dijimos sin pensar? ¿cuántas cosas al cabo del día decimos sin darnos cuenta solo porque las tenemos dentro de la cabeza y nos salen solas?
Algunas de esas frases son inofensivas como la del mono. Que aunque sea absurda no hace mal a nadie. Pero hay otras frases que pueden ser muy peligrosas.
– Venga que no ha sido nada
– Porque lo digo yo y punto
Yo intento no decirlas pero hay veces cuando los nervios afloran que salen sin ningún control, solo porque las tenemos interiorizadas, y salen cuando nos quedamos sin recursos.
Cuando un niño se hace daño, si le decimos que no ha sido nada, estamos anulando lo que él siente, y confundiéndole, de manera que no sabrá lo que tiene que sentir.
Cuando decimos: porque lo digo yo y punto, estamos usando nuestra superioridad de adultos y tratando a nuestro hijo como un ser inferior, al que le estamos dando una orden y le estamos quitando el derecho a rebatirla.
Cuando le decimos: me estás volviendo loca, le estamos culpando por cómo nos sentimos nosotras en ese momento.
En nuestra mano está cambiar. Esas frases no son respetuosas con los niños, les hace sentirse inferiores, anulan sus sentimientos, les estamos diciendo que ellos son los culpables de cómo nos encontramos, y eso no es así. Somos nosotros los que elegimos cómo estar. Lo que hagan los demás nos va a afectar lo que dejemos que nos afecte.
Es mejor decir: «Me siento mal por esta situación» (yo soy la que me siento así) que:» Tú me haces sentir mal» (damos el poder a otro de nuestros sentimientos que son solo míos)
Ellos son niños y están aprendiendo de nosotros. Cuando veamos que nos estamos desbordando y que vamos a decir algo inapropiado es mejor retirarnos un momento que decir algo de lo que luego nos arrepentiremos y que puede hacer mucho daño a la autoestima de nuestros hijos.
Debemos aprender a gestionar nuestras emociones y a elegir lo que decimos para que ellos puedan aprender. A veces exigimos a los niños cosas que nosotros somos incapaces de hacer.
Me ha parecido fantastica la entrada, enhorabuena! Yo intento medir mis palabras y controlar mis emociones pero controlar las de sus abuelas, etc. me está pareciendo casi como una guerra perdida. No soporto que le digan «No llores», » No ha sido nada» y la peor de todas «No, si la niña es buena» (cuando hace algo equivocado) o directamente «Qué mala».
Seguiremos luchando.
Elizabeth, realmente esa es una lucha dificil. La gente tiene tan arraigadas ciertas ideas que no escuchan lo que les podamos decir. Pero nuestros hijos se merecen que lo sigamos intentando.
Un abrazo.