Últimamente he estado un poco desaparecida y es que hemos estado liados con viajes, imprevistos y un tema que teníamos un poco en el aire y sentíamos que debíamos concretar de una vez.
Ese tema que nos ha tenido y nos tiene últimamente con la cabeza (y lo que no es la cabeza) ocupada, es el tema de las altas capacidades.
Si me sigues hace tiempo, sabrás que siempre hemos tenido ese tema en mente, de hecho desde que mi hija tenía pocos meses lo hemos sospechado, pero a veces aún viendo las diferencias, sentíamos que era amor de padres y nada más.
Luego investigando, hablando con expertos, conociendo a otras madres y a otros niños, cada vez lo teníamos más claro.
La verdad es que muchas de las características de los niños de alta demanda, se solapan con las de niños de altas capacidades, como puedes leer en este artículo.
Así que con toda esta información en la mano ha llegado un momento en que hemos tenido claro que necesitábamos tener una confirmación más oficial de nuestras sospechas y decidimos hacer las pruebas.
El resultado estaba claro: altas capacidades.
Cuando nos dieron el resultado sentí una extraña mezcla de alivio (teníamos razón, lo que llevábamos 6 años sospechando era cierto) y por otra una repentina sensación de responsabilidad.
Es verdad que aunque es solo la confirmación de algo que ya sabíamos, el confirmarlo ha sido como hacerlo más real y ahora siento un gran peso sobre mis hombros (espero que cuando lo hayamos digerido un poco más esta sensación tan abrumadora disminuya)
Ahora siento que aún sabiéndolo no lo hemos prestado la atención necesaria y creo que eso ha sido un error.
Estoy convencida de que es muy importante atender todas las necesidades de nuestros hijos, y que solo así conseguiremos un desarrollo pleno de su persona.
Así que con esta información siento que nuestra vida toma un nuevo rumbo, paralelo al que llevábamos antes, pero no exactamente igual, en el que todos vamos a aprender mucho.
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