Cuando tienes hijos que desde bebés han tenido sed de conocimientos, y además decides ocuparte de su educación, siempre tienes en mente la manera de enseñarles o la mejor manera de que ellos mismos busquen los momentos para aprender. Cuando eres consciente de que el conocimiento está en todas partes y que sólo es necesario prestar atención y estar siempre disponible te das cuenta que aprender puede ser muy divertido para todos.
Es por eso que de cualquier situación intentamos aprovechar para adquirir conocimientos: viajes, excursiones, visitas a museos, libros, documentales, y también momentos cotidianos como hacer la compra, preparar la comida, hacer la casa…Cualquier momento es bueno si tienes la mente abierta.
De esta manera, los niños también se acostumbran a ver las cosas de otra manera y a hacer de cada juego una maravillosa oportunidad de aprender a la vez que se divierten.
Eso es lo que pasó hace unos días. Habíamos vuelto de hacer la compra y teníamos bastantes cajas de leche que guardar. Los niños se dispusieron a colocarlas en su sitio mientras papá y mamá colocábamos el resto de la compra.
Mi hija cogió sus tijeras y cortó los precintos y los plásticos que envuelven los packs de leche. Después sacó una por una y en lugar de guardarlas en el armario correspondiente, decidieron hacer una construcción. Construyeron un castillo con puerta y todo.
De un hecho de lo más común obtuvimos bastantes aprendizajes:
- Trabajaron el diseño del castillo: todas las cjas alineadas, formando una pared perfecta.
- Trabajaron en equipo.
- Disfrutaron jugando dentro de su castillo
- Trabajaron las matemáticas comparando su tamaño en relación a la pared del castillo.
- Desarrollaron su imaginación.
Estuvieron un buen rato entretenidos de manera que nosotros pudimos guardar el resto de la compra con tranquilidad. La única pega es que jugaron tanto, que al final estaban cansados y me tocó a mi guardar la leche, jeje.
Pero mereció la pena verles jugar y pasarlo tan bien
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