Estoy convencida que una de las cosas más gratificantes en la crianza de nuestros hijos es estar a su lado para ayudarles a descubrir sus pasiones y a desarrollar sus talentos y capacidades.
Los niños de Alta Demanda con su enorme intensidad y entusiasmo por hacer las cosas cuando encuentran algo que les gusta lo exprimen al máximo y le sacan todo el jugo posible. Estar a su lado te permite disfrutar de sus mejores momentos.
Cuando son pequeños y juegan en casa, observa a qué es a lo que más les gusta jugar o lo que más les gusta hacer, eso te dará muchas pistas sobre cómo son, cómo piensan y cómo sienten.
A medida que van creciendo pueden descubrir cosas nuevas en entornos diferentes.
En nuestro caso, mi hija empezó a hacer lo que se llaman actividades extraescolares a partir de los 5 años. En aquella época educábamos en casa, así que pasábamos la mañana en casa tranquilas haciendo actividades «académicas» y por la tarde empezó a acudir a hacer otras actividades con la idea principal de estar con otros niños y de hacer algo que le gustaba.
Durante tres años ha estado acudiendo al mismo centro, un sitio muy familiar donde las actividades eran propuestas como un juego en el que poco a poco iban aprendiendo cosas siempre de una manera muy divertida.
Así ha ido haciendo las actividades que más le ha apetecido en cada momento y de las que ha extraído lo máximo posible:
- Música y movimiento. Bailar siempre ha sido una de sus actividades preferidas y aquí usaban las canciones para hacer muchos juegos.
- Yoga. Ha aprendido posturas básicas y una cosa muy importante: a respirar bien. Ahora con 8 años cuando se nota nerviosa sabe qué hacer para calmarse.
- Cocina. Es otra de sus pequeñas pasiones en la que pone todo su entusiasmo.
- Arte y creación. Aquí han hecho a lo largo de los años todo tipo de manualidades, decoración del centro, exposiciones de cuadros……
- Teatro. Actividad genial para los niños muy activos porque les sirve para canalizar su energía.
- Ajedrez. Actividad que le entusiasmó y aprendió tan rápido que enseguida pasó al resto de los niños y empezó a aburrirse. El profe no consiguió darle lo que necesitaba y lo dejó. Pero la base ya está ahí para retomarla cuando encuentre un sitio adecuado.
Todas estas actividades estuvieron genial durante unos años porque eran muy lúdicas y porque con el paso del tiempo los niños se hicieron buenos amigos y ese era su momento de juego y diversión haciendo algo que les gustaba, pero se le han ido quedando pequeñas.
Este año con 8 años es el primero que hace una actividad extraescolar formal, seria, «de verdad» y el tema elegido la tiene fascinada: el violín, y a nosotros un poco descolocados.
Ya de pequeña había sentido inclinación un par de veces por este instrumento, pero en casa no tenemos ni idea de música así que no fue a más, pero este verano vio a una niña de aproximadamente su edad tocando el violín y lo tuvo claro como sólo un niño de Alta Demanda tiene claras las cosas.
Así que nos pusimos manos a la obra para buscar un sitio donde pudiese aprender, allí nos aconsejaron esperar unos meses hasta que nuestra hija comprobase que realmente le gustaba para comprar un violín. Seguro que ya sabéis lo que vino después. El primer día salió tan entusiasmada que quería comprarlo YA. Conseguimos convencerla de probar un mes, pero la verdad es que nos costó. Al final viendo su entusiasmo, su entrega y hablando con sus profesores que nos decían que la veían encantada, que tenía cualidades muy buenas como sensibilidad y concentración, decidimos dar el paso. Confiamos en ella y en sus capacidades.
Ahora está feliz, ha descubierto un instrumento que le ayuda a canalizar su sensibilidad, en el que tiene que utilizar todo su tesón y fuerza de voluntad y con el que puede canalizar su energía. Ahora tiene nuevas amistades con las que comparte una pasión. Y nosotros estamos ahí, siempre atentos a sus sueños, acompañándola en este caso en su entusiasmo porque yo ya no la entiendo cuando me habla de música 😛
Todo esto tan maravilloso tiene un pequeño problemilla, las clases son un poco tarde y sale tan entusiasmada, que hacerla bajar de revoluciones nos cuesta bastante. Desde que sale de casa hasta que se mete a la cama, se lo pasa hablando y cantando sin parar, y poco a poco tenemos que echar mano de otros recursos para que se vaya relajando y pueda conciliar el sueño, que los días que tiene clase siempre son unos bonitos y dulces sueños.
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