Hemos disfrutado de unos días de vacaciones en familia que han dado para mucho: viajes, playa, amistades, sitios nuevos, sorpresas…..
Pero para poder entendernos bien vamos a aclarar un concepto. La palabra vacaciones cambia radicalmente cuando tus hijos son especialmente intensos y adquiere un significado muy diferente.
El primer obstáculo es preparar maletas para todos mientras ellos insisten en ayudarte o en tomar teta por décima vez.
Muy poco a poco vas logrando tu objetivo y ya lo tienes todo listo para el viaje. Te montas en el coche no sin antes haber preparado tu kit de supervivencia y arrancas. Cuando a los 100 metros tu hija mayor que está deseando llegar a la playa y a la que has enseñado un mapa y le has contado que hay que ir un gran rato en el coche para llegar, te dice ¿falta mucho? tu entereza flaquea y dudas si volver a casa porque no te ves capaz de aguantar la que se te viene encima, pero respiras hondo y allá vas.
Vas usando todas tus ideas, hasta que llega un momento en que ya nada les vale así que paras, das un paseíto y te alegras de haber decidido hacer el viaje en dos partes y parar de paso a ver a unos amigos.
Así con tiempo y paciencia conseguimos llegar a nuestro destino, una maravillosa playa a la que mi hija se lanza con ganas ya que la arena siempre le ha gustado mucho y no ha estado desde el año pasado. Yo voy con el pequeño en brazos convencida de que a él también le va a gustar, pero me llevo la primera sorpresa. Mi hijo se agarra con brazos y piernas a mí, como si fuera un monito y no me deja ni quitarme la ropa para quedarme en bañador. Desde ese momento decide que voy a ser su silla y se pasa 6 días sentado encima de mí, mientras miramos cómo disfruta su hermana.
Solo una vez que necesité levantarme le dejé sobre la arena durante no más de 10 segundos y levantó un pie quedando a la pata coja mientras me miraba con cara de decir: pero mamá por qué me dejas en un sitio así.
El último día había un papel en el suelo a nuestro lado y mi hijo se bajó, lo cogió, me señaló la papelera y dijo: «mamá palela» extendiéndo su mano. Así que le dí la mano y despacito llegamos hasta la papelera. Vamos que hasta que no tuvo una buena excusa no se decidió a tocar la arena.
Mientras recogíamos la sombrilla y el resto de bártulos incluso se decidió a tocar la arena con las manos.
Moraleja: los niños de alta demanda necesitan tiempo, mucho tiempo para adaptarse a las cosas nuevas. Si les dejas a su ritmo, hasta que tengan la confianza suficiente, sin presiones, sin obligaciones te sorprenderán.
Y esta es solo una de las muchas anécdotas que mis niños me han proporcionado durante estos días de «descanso» y «relax», pero esas las dejo para otro día.
Jajaja, 100 km?? Mi hijo mayor no aguanta ni 40!!!
Un saludo
Lidia, preguntó a los 100 metros, por eso mi espanto, acababamos de arrancar 🙂
Un abrazo y paciencia.
Ahora cobra sentido tu espanto, jajaja. Leí tan rápido q leí mal!!!
Yo estoy igual con el mío mayor 😀
Te deseo paciencia a ti también
Jaja, si es que vamos siempre con prisas.
Cuando vuelves de «vacaciones» te planteas que necesitas unas vacaciones para descansar de las vacaciones…. :)) pero de cualquier modo sigue mereciendo la pena ¿no?
Claro que merecen la pena, porque aunque volvamos tan cansadas como cuando nos fuimos (o incluso más) cambias de aires, de perspectiva y de alguna manera recargas las pilas para una temporada.
Lo de tú hijo y la arena me ha recordado a mi hija mayor que cuando íbamos a la playa y era pequeña no le gustaba nada, yo no lo entendía ni por que no le gustaba ni por que estaba tan a disgusto en las vacaciones….ay sí os hubiera conocido antes o hubiera sabido de la alta demanda. Se empezaba a adaptar el 9° día….un día antes de volver 🙁
yo creía que mi hija era «rarita» y me costaba entender por que era tan diferente de otros niños. Ahora lo entiendo todo mucho más…y bueno tengo otros dos que son igual.
Bueno, nunca es tarde para comprender a nuestros hijos y ahora tienes experiencia para atender mejor a los otros dos.
Un abrazo y gracias por comentar!
He conocido el blog hace poco y en muchos casos me veo reflejada en mi dia a dia.
Saludos
¡Bienvenida!